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DEPORTES

1 de diciembre de 2021

"LO QUE LE PASO A MARADONA ES POR CULPA DE COPPOLA"

Declaraciones

“En las fiestas que hacíamos en Barcelona no había drogas. Puede ser en algún boliche que haya consumido, pero en nuestras fiestas no”, asegura Joaquín Quiroga, quien fue parte del círculo íntimo de Diego Armando Maradona durante sus años en el equipo culé; y posteriormente en su primera temporada en el Napoli.

Tras cumplirse un año del fallecimiento del Diez, el Cata -como había apodado el astro al catamarqueño- habla de su etapa con Pelusa y no puede dejar de pensar por qué se alejó de él. “Lo endiosaron por culpa de (Guillermo) Coppola, que le arruinó la vida. Comenzó el dieguismo y ya era una cosa insoportable. Empezó a consumir y me alejé”, confesó.

Si alguien conoce cómo fueron los primeros años de Pelusa en Europa, ese es el catamarqueño Quiroga, quien fue parte del grupo reducido de amigos que integraban Jorge Cysterszpiler, Miguel Galíndez, el Chino Vallejos y su cuñado, Gabriel “la Morsa” Esposito, entre otros.

Pero, más allá de sus anécdotas con el Diez, Quiroga tiene una historia de vida que debería quedar registrada en un libro, porque posee un recorrido apasionante con inesperados giros del destino, que abarca desde momentos complicados hasta días de felicidad y mucha gloria.

En dialogo con Infobae, el hombre de 74 años confiesa por qué fue deportado de la Argentina en tiempos de la última dictadura militar. Además, reveló el motivo por el cual cayó preso durante la presidencia de Estela Martínez de Perón, cómo sobrevivió al exilio y detalló las amistades que forjó con Mario Kempes, Alfredo Di Stéfano y la cantante Mercedes Sosa.

-Se cumplió un año de la muerte de Diego Maradona. ¿Qué recuerdos tiene de su amigo?

-Lo veía tan deteriorado y mal, que era angustiante verlo así. Muy diferente a como yo lo había conocido. Estaba destruido. Lo seguían usando. Fueron penosos sus últimos tiempos. Fueron momentos muy lindos los que viví a su lado. Prácticamente me integré a su familia. Comer y viajar con ellos. A veces, los fines de semana iba a su casa con un paquete de pasajes para sus sobrinos y otros integrantes de su familia.

-¿Qué guarda de Maradona?

-Algunas de las casacas que me dio se las regalé a gente muy amiga. Guardo una camiseta del seleccionado juvenil de 1979, que mantiene su nombre y el número. Además, fotos que tengo con él. Y recuerdos, anécdotas. Como cuando lo llevé a Maradona que tenía hepatitis a reunirse con Carlos Bilardo en una casa en la Costa Brava (España), en el momento en que el Narigón estaba diagramando el seleccionado argentino. Se pusieron a charlar los dos y también se encontraba el profe Fernando Signorini.

-¿Cuándo conoció a Maradona?

-Durante el Mundial 82, en España. Estaba alojado en el mismo recinto que la delegación argentina. Estábamos divididos en dos hoteles. Compartíamos la piscina y la sala de juegos. En uno de los ellos, se concentraban los jugadores e integrantes del cuerpo técnico y los dirigentes. En el otro, convivíamos con los familiares de los futbolistas, amigos y allegados. Entre ellos, se encontraban los hermanos de Diego Maradona y su papá, Don Diego. A la hora de comer, nos dividíamos. Recuerdo que Chitoro hacía los asados e invitaba a los más cercanos. Nos hicimos muy amigos.

-¿Es verdad que Maradona lo llevó a Barcelona para que se encargara de toda la logística de viajes?

-Sí, luego de la Copa del Mundo, Diego llegó como refuerzo del Barza y me dijo: “Quiero que te encargues de los pasajes de todos los integrantes de mi familia. Donde quieran viajar, vos dáselos y después arreglamos”. Así que a partir de ese momento me dediqué a eso y empecé a trabajar al lado de él.

-¿Fue en Barcelona donde forjó esa relación de confianza?

-Sí, porque viajábamos juntos todas las semanas, ya que yo seguía organizando los viajes de los integrantes del plantel culé. Compartíamos momentos juntos y nos hicimos muy amigos. Él venía a nuestra habitación hasta que le daba sueño. Con Jorge Cysterszpiler, Don Diego, sus hermanos Lalo y el Turco y la Morsa Esposito aprovechábamos cuando se iba a dormir para escaparnos a algún boliche a tomar unas copas, sin que él supiera.

-¿Diego nunca se enteraba?

-Sí, al otro día lo apretaba a (Miguel) Galíndez y lo hacía cantar. Miguel era medio lentón. Entonces, Diego lo agarraba siempre que nos escapábamos y se daba cuenta de todo. Pero el concentrado era él, no nosotros. Cuando visitábamos alguna ciudad de España, esperábamos en el bar que Pelusa se acostara y salíamos. Los días que estábamos en Barcelona almorzábamos con él. Y, de noche, cenábamos con el entrenador Cesar Luis Menotti, al que le gustaba salir. Yo a los españoles les decía: “Al mediodía almorzaba con el Rey y a la noche con el Cesar”. Muy linda época.

-¿Dónde festejó Pelusa su cumpleaños número 23?

-En la pizzería Corrientes 348 del Chino Vallejos, que quedaba en la calle Alicante esquina Mandri, en Barcelona. El Chino se hizo muy amigo de Diego. Entonces, el 30 de octubre de 1983 nos juntamos allí. Los dos únicos que fuimos de corbata fuimos el cumpleañero y yo.

-¿Por qué?

-Porque Diego me dijo: “Vení a buscarme y vamos juntos”. Le pregunté: “¿Cómo vas a ir vestido?”. “De corbata”, me respondió. Llegamos a la pizzería y todos, inclusive Don Diego, nos esperaban de sport.

-¿Es cierto que una vez un jeque árabe lo llamó para que su hijo conociera a Diego, ya que el Barcelona iba a jugar con el Mallorca?

-Había un muchacho que viajaba con nosotros que se llamaba José Luis, que tenía un hermano que trabajaba para un jeque árabe que vivía en un palacio en Mallorca. Un día, José nos dice que el hijo del jeque era fanático de Maradona. que tenía toda la habitación con fotos de él y que estaba enloquecido con verlo y conocerlo, sabiendo que viene a jugar a esta ciudad.

-¿Qué hicieron desde su entorno?

-Hablamos directamente con el jeque, que nos preguntó si lo podíamos llevar, pero con la condición de que debía ir con la custodia. Le respondimos: “La única forma de venir es con nosotros, disfrazado con la camiseta del Barsa o de Argentina, pero sin la custodia. Que venga al hotel y salimos de acá para la cancha”. Imagínate lo enloquecido que estaba el niño. Terminó el partido y nos volvimos al hotel.

-¿El chico pudo conocer a su ídolo en persona?

-Sí, tras el encuentro lo vio en el hotel, se le tiró encima y no se le despegaba. Le conté a Maradona de quién se trataba y comimos todos juntos. Después de la cena, lo vino a buscar la custodia: tres autos y gente armada para sacar al chico del hotel.

-¿El jeque se lo agradeció alguna vez?

-Sí, a los dos días me llama por teléfono y me dice. “No se imaginan lo feliz que hicieron a mi hijo. Ya les mando un avión y se vienen todos a mi palacio, hacemos una gran fiesta y le quiero agradecer, especialmente a Diego, con un gran regalo”. Al final, no pudimos ir por los compromisos futbolísticos que tenía Pelusa con el conjunto culé.

-En Barcelona Diego contrajo hepatitis. ¿Qué medicación le llevó para la enfermedad?

-Una de las cosas que le recomendaron para que le bajara la hepatitis fue el té de burro, un tipo de yuyo que es muy común en Catamarca. Inmediatamente, le dije mis hermanos: “Mándenme té de burro para Barcelona”, y de un día para el otro lo tuve. Resulta que mis hermanos lo mandaron por una aerolínea que lo depositó a Madrid y de allí, lo enviaron a Barcelona. Al día siguiente, me avisaron que había una encomienda a mi nombre. La fui a buscar y le empecé a dar té de yuyo a Diego y sirvió como medicación alternativa.

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