OPINIÓN
5 de octubre de 2025
“El experimento y el pueblo”

Argentina vuelve a ser un laboratorio, pero no de ciencia: de paciencia.
Porque mientras el presidente grita “¡Viva la libertad, carajo!”, millones de argentinos hacen fila para comprar lo justo, lo necesario… o lo que todavía se puede.
Y así, entre gritos libertarios y facturas impagas, se va deshilachando el país del trabajo, de la educación y del asado de los domingos.
Nos prometieron un país nuevo.
Y sí, nuevo es: nuevo el miedo, nueva la pobreza, nueva la desesperanza.
Se reemplazó el discurso político por el insulto televisado; la gestión, por la pelea en redes.
La motosierra no cortó privilegios: cortó presupuestos, sueños, hospitales, universidades y la fe de los que todavía creían que algo podía cambiar para mejor.
El gobierno se ufana de haber “bajado la inflación”.
Pero no dice que también bajó el consumo, los sueldos, los medicamentos y el humor social.
Y que mientras las grandes empresas multiplican ganancias, el kiosquero de la esquina junta monedas para pagar la luz.
Nos quieren convencer de que la miseria es culpa del Estado, cuando en realidad es culpa de los que lo vaciaron.
Y de que el orden es pegarle al que protesta, no al que roba desde un escritorio y con un traje.
En nombre de la libertad, nos están dejando sin derechos.
En nombre del mercado, nos están vendiendo hasta el alma.
Y en nombre del cambio, están repitiendo los mismos errores de siempre, solo que ahora con efectos especiales y un público más cansado.
Argentina no necesita un profeta con motosierra.
Necesita un presidente con corazón, con empatía y con un plan que mire a los ojos al que labura, no al que especula.
Porque al final, como decía Tato Bores:
“En este país, los experimentos se hacen siempre con el pueblo adentro del tubo de ensayo.”
Y hoy, el pueblo argentino…
El Observador del Valle
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