Entre los principales atractivos que seducen a turistas nacionales e internacionales se destacan las reconocidas Termas de Fiambalá, la mítica Zona de los Seismiles, el Balcón del Pissis, las dunas de Tatón, Medanitos y Saujil, el Cañón del Indio, y una serie de parajes naturales que invitan al descanso y a la aventura. A ello se suma la propuesta cultural, como el Festival del Artesano, bodegas, gastronomía regional y paseos guiados.

“El impacto económico es muy importante para nuestra comunidad. Se calcula un gasto diario por visitante de entre 80 mil y 100 mil pesos, y esto se refleja en la apertura de nuevos comercios, comedores y alojamientos durante este año”, explicó Cabrera. Con más de 3.000 plazas habilitadas y un promedio de estadía de dos a tres noches por turista, Fiambalá se consolida como el segundo destino provincial con mayor capacidad hotelera, después del Valle Central.

Además, destacó el trabajo articulado entre el sector público y privado: “Antes se trabajaba con codazos. Hoy lo hacemos codo a codo, con reuniones cada quince días entre Municipio, Consejo Deliberante y emprendedores turísticos para definir estrategias comunes”.

Con la vista puesta en los próximos meses, ya se planifican actividades de promoción nacional e internacional, como la presencia en ferias chilenas, apuntando a fortalecer el turismo receptivo. También se preparan para eventos como el Fiambalá Desert Trail, que cada año genera un gran movimiento.

Al ser consultado sobre el principal desafío de su gestión, Cabrera no dudó: “Lograr la cooperación real entre el Estado y los privados ha sido el mayor logro. Esa sinergia hoy se refleja en el crecimiento sostenido del turismo”.

Finalmente, dejó una invitación abierta: “Fiambalá no solo recibe turistas, recibe amigos. Quien viene una vez, vuelve, porque cada rincón guarda una experiencia distinta que lo enamora”.

Fiambalá se afirma como uno de los corazones turísticos más vibrantes de Catamarca, con identidad, calidez y un potencial en plena expansión.