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2 de febrero de 2024

Descubren enfermedades en dinosaurios depredadores que vivieron en la Patagonia

Se trata de ejemplares que habitaron, a fines del período Cretácico, en el sur del país. Los especalistas indicaron que encontraron especies con "mordiscos e infecciones". El estudio podría arrojar luz sobre el origen de varias patologías actuales.

En un estudio publicado en la prestigiosa revista BMC Ecology and Evolution, científicos del CONICET (Científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) identificaron evidencias de enfermedades en dinosaurios que vivieron en la Patagonia a fines del periodo Cretácico, aproximadamente entre 90 y 70 millones de años atrás, en una investigación que sugiere «posibles conexiones entre el estudio de organismos extintos» y enfermedades actuales.

 

Las tres especies de dinosaurios abelisáuridos estudiados (Elemgasem nubilus, Aucasaurus garridoi y Quilmesaurus curriei) fueron una familia de dinosaurios bípedos carnívoros, caracterizados por tener huesos del cráneo con ornamentaciones, extremidades anteriores muy reducidas y un esqueleto axial rígido debido a articulaciones peculiares en algunas vértebras. Esta investigación reveló nuevos detalles sobre las condiciones de salud de estos majestuosos reptiles extintos. En una primera fase de la investigación, los paleontólogos notaron deformaciones en la superficie externa de algunos huesos a nivel macroscópico, especialmente en las vértebras caudales de ejemplares de Elemgasem y Aucasaurus. Este hallazgo llevó a la hipótesis de posibles patologías, que condujo a los investigadores a analizar tanto la morfología externa como la estructura interna de estos especímenes.

El Conicet identificó evidencias de enfermedades en dinosaurios de la Patagonia.

Los resultados revelaron tres tipos distintos de patologías. El ejemplar de Aucasaurus presentaba una enfermedad congénita de desarrollo, que indicaba que este individuo nació con una malformación que, a pesar de ello, le permitió vivir muchos años sin afectaciones graves. En el caso del Elemgasem, se diagnosticó espondiloartropatía o espondiloartritis, una enfermedad también presente en humanos, que provoca la fusión de vértebras y la consiguiente inflamación. El ejemplar de Quilmesaurus, por su parte, mostró signos de alguna patología que no pudo ser determinada con precisión, pero pareciera diferente de las detectadas en los otros dos abelisáuridos. La última fase del estudio consistió en la recopilación y el análisis estadístico de todas las enfermedades registradas en dinosaurios terópodos a nivel mundial, lo que permitió establecer la base de datos más completa hasta la fecha para este grupo de animales extintos.

En un ejemplar de Aucasaurus garridoi se encontró una enfermedad congénita de desarrollo, a pesar de la cual el animal pudo vivir muchos años sin afecciones graves.

“Este trabajo no solo expande nuestro conocimiento sobre la salud de los dinosaurios, sino que también destaca la presencia de enfermedades que persisten en la actualidad, sugiriendo posibles conexiones entre el estudio de organismos extintos y la investigación de enfermedades contemporáneas”, comenta el primer autor del estudio, Mattia Antonio Baiano, investigador del Museo Municipal Ernesto Bachmann (Neuquén), quien participó del estudio en el marco de una beca posdoctoral del CONICET. “Es un trabajo muy interesante ya que reúne especialidades de diferentes investigadores e intenta descubrir un poco las marcas que dejan en el esqueleto los comportamientos de los dinosaurios”, agrega Diego Pol, investigador del CONICET del Museo Paleontológico “Egidio Feruglio” (Chubut) y otro de los autores del estudio.

El investigador del CONICET Diego Porl fue uno de los autores del estudio. Además participaron Mattia Antonio Baiano, Ignacio Cerdá y Filippo Bertozzo, del Royal Belgian Institute of Natural Sciences (Bélgica).

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